Civilizaciones andinas y su tecnología
Mucho antes de la era industrial, las culturas de los Andes desarrollaron soluciones ingeniosas para cultivar en altura, conducir agua en desiertos y conservar alimentos por años. Su legado técnico —de andenes a puquios— sigue inspirando a ingenieros y arqueólogos actuales.
Terrazas agrícolas: domar la montaña
Los andenes incas reducen la erosión, retienen humedad y crean microclimas en laderas imposibles. En conjuntos como Moray (Perú), los desniveles generan variaciones térmicas que habrían permitido experimentar con cultivos a distintas “altitudes climáticas”.
Agua en el desierto: los puquios de Nazca
En la costa árida, los nazcas construyeron puquios: galerías y pozos en espiral que captan y conducen acuíferos a los oasis agrícolas. Su trazo helicoidal facilita la ventilación y el mantenimiento del sistema subterráneo, activo aún hoy en varios valles.
- Waru-waru (camellones elevados) en el altiplano: los canales laterales atenúan heladas y mejoran la humedad del suelo.
- Qochas (lagunas artificiales): capturan lluvia y recargan acuíferos para liberar agua en sequía.
Almacenar para sobrevivir: collcas y tambos
El estado inca organizó redes de collcas (depósitos) y tambos (postas) para granos y tubérculos. Su ubicación en zonas frías y la ventilación cruzada ayudaban a conservar alimentos y sostener campañas, obras públicas y ayuda en emergencias.
El legado: tecnología con la naturaleza
Estas soluciones no fueron inventos aislados, sino parte de una ingeniería ecológica que entendía su entorno. En los Andes, la tecnología no enfrentó a la naturaleza: trabajó con ella.
“Las montañas fueron laboratorio; el agua, aliada; la comunidad, la energía.”
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